lunes, 10 de septiembre de 2012

Julio Barrenechea Pino. Un chileno que le cantó a nuestra ciudad.



Julio Barrenechea Pino hacia 1930


Julio Barrenechea Pino nació en Santiago de Chile el 13 de marzo de 1910, y falleció en la misma ciudad el 9 de noviembre de 1979.

Realizó su enseñanza primaria en el Colegio de los Padres Franceses continuándolos en el Anexo primario del Liceo de Aplicación y cursando de manera brillante su enseñanza secundaria en el Instituto Nacional, en dicho establecimiento Barrenechea tuvo grandes maestros que despertaron su interés por la poesía. Aprobó  de manera sobresaliente el bachillerato con apenas 16 años de edad, lo que le permitió comenzar sus estudios de Derecho en la Universidad Católica de Chile, donde estuvo menos de un año. Al siguiente, ingresó a Derecho en la Universidad de Chile, de donde egresó.

En el Instituto Nacional le correspondió tener como profesor al poeta Samuel Lillo, quien descubrió su vocación poética. A los quince años fue admitido en el Centro de Artes y Letras Latinoamericanas, que funcionaba en el salón de actos del Diario ilustrado.

En 1930, asumió la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. A partir de este cargo se vinculó con estudiantes de toda Latinoamérica y conoció nuestra ciudad, a la que le dedicó estos versos:


Cerca de Buenos Aires, la ciudad de La Plata
es como una ventana para mirar el cielo.
En confianza, desnudo, como en su propia casa,
suelo por los tejados andar libre el Pampero.
La ciudad de La Plata tiene las casas bajas,
y unos árboles grandes más altos que las casas,
Tiene unas solitarias plazas vastas y rasas
y unas estatuas blancas dormidas en las plazas.
La ciudad de La Plata es ventilada, es fresca.
Se llena de estudiantes y cielo en las mañanas.
Y como niñas limpias en un patio de escuela,
en la ciudad se forman las calles numeradas.
La ciudad de La Plata, como la plata es blanca,
Con claridad de ríos corren sus avenidas.
Si por ellas pasara un barco deslizándose,
a  nadie extrañaría.
La ciudad de La Plata lleva una vida honesta.
De noche es el silencio su más vibrante orquesta
y en las sombras es tan grande la Catedral
que cabe dios con toda su corte celestial.

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